Como característica general, y sin tener en cuenta la forma de cocinado, la carne de ave tiene menos cantidad de grasa y por lo tanto menos colesterol, además de ser más rica en proteínas, vitaminas y minerales que la carne roja, lo cual la hace ideal para aquellas personas que siguen dietas pobres en grasas o sufren alguna patología cardiovascular.
Aún así, dentro de cada animal, sea vaca, cerdo o ave, podemos elegir aquellas partes que posean menos grasa, por lo que por estar siguiendo una dieta de adelgazamiento no tenemos que anular por completo el consumo de cerdo, simplemente elegir aquella parte más magra (menos grasa) del animal, como podría ser el lomo olvidándonos completamente de la panceta en el caso del cerdo, y la pechuga en vez del muslo en el caso del pollo.
A la hora de elegir estos productos embutidos debemos guiarnos por lo mismo, pero también teniendo en cuenta que los procesos que sufren hasta su presentación final conlleva, en la mayoría de los casos, un extra en aditivos y conservantes que variaran su composición inicial, y un exceso en sodio (sal) que también debemos contemplar.
No olvidemos tampoco, que dependiendo de las marcas, nos encontramos productos más o menos adecuados para nuestros objetivos, por lo que es importante observar y comparar la composición de los envasados.
Aún así, si no quieres errar, nada como hacerte amigo del carnicero, con sus consejos acertarás seguro, ya que en caso de estar a dieta podrá asesorarte sobre las carnes más magras y su variedad, para que no llegues a aburrirte.
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