Existen diferentes estudios que tratan de comprobar
las posibilidades de que la obesidad sea hereditaria, pero hasta el momento
solo se ha podido confirmar que lo que mas favorece a esta situación, son los
hábitos y comportamientos que se transmiten en los ámbitos familiares.
¿Cuantas veces has observado obesidad en niños cuyos
padres también la padecen, o una tendencia general dentro de un mismo núcleo
familiar?
De aquí surge la importancia de pararnos a pensar, que
si aplicamos buenos hábitos, como una alimentación sana en el hogar y la
práctica de ejercicio, estaremos propiciando buenos hábitos y rutinas en los
más pequeños.
Por supuesto existen excepciones, pero debemos tratar,
al menos, de ofrecer la posibilidad de elección. Si compramos bollos
industriales para desayunar, los niños tomarán por rutina este tipo de alimentación,
mientras que si lo convertimos en un “consumo ocasional”, catarán al menos las
diferentes opciones sanas de las que pueden hacer uso.
Realizar ejercicio físico es esencial para todos, pero
especialmente para ellos, y si además tienes la posibilidad de iniciarlos en
diferentes deportes quizá puedan encontrar un hobby saludable. Pero no
desesperes si no dan con el adecuado, el solo hecho de probar puede hacerles
cambiar de idea en un futuro y tener una mayor facilidad para retomarlo.
No sentarse a desayunar, llevar horarios
desorganizados, abusar de la comida preparada o rápida, prescindir de frutas y
verduras, no cocinar nunca, etc, son grandes errores con los que puedes estar
privando a tus hijos de una alimentación adecuada.
Desde pequeños
imitar a los mayores es una práctica habitual. Nunca es tarde para aplicar
medidas correctoras, si no supiste hacerlo por ti, hazlo por ellos, ya tienes
la mejor excusa para empezar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario