Dicen: “Beber agua durante las
comidas engorda”. Afortunadamente este es uno de esos mitos que caen por su
propio peso, si nos paramos un segundo a pensarlo.
Los alimentos contienen agua, al igual que
nuestro propio cuerpo también fábrica una parte, y el resto debemos consumirla
evitando llegar al momento de sed para hacerlo, ya que esa sensación nos indica
el comienzo de la deshidratación. ESTO ES LO ÚNICO QUE DEBEMOS TENER EN CUENTA
SOBRE LOS “MOMENTOS” PARA CONSUMIRLA.
¿Alguna vez habéis oído que no
debamos incluir un caldo, sopa o crema en las comidas?. Pues es lo mismo, ya
que contienen, al igual que los propios alimentos, agua/líquidos, que también
computan para la ingesta de líquido diaria.
El hecho de consumir agua antes y
durante las comidas ayudará, por una parte,
a la disminución del apetito favoreciendo la sensación de saciedad y con
ello un menor consumo de cantidad de alimento, y por otro lado, favorecerá las
digestiones por su efecto diluyente, ambas razones idóneas para hacer hincapié
en su consumo mientras seguimos una dieta de adelgazamiento.
El agua es un componente
fundamental para el organismo. El momento de la toma resulta indiferente, lo
importante es ingerir la cantidad adecuada teniendo en cuenta factores como el
tiempo, el ejercicio, la cantidad de kilocalorías ingeridas, etc, situándose en
un mínimo de 1,5 litros diarios.
Os sorprenderíais de lo
influyente que resulta aumentar la ingesta de agua en personas que apenas
bebían líquidos y se someten a una dieta de adelgazamiento.
Tened en cuenta que todos los
líquidos cuentan para un cómputo general, pero también que no es lo mismo tomar
un vaso de agua o un té que una bebida gaseosa, lo ideal es que la mayor parte provenga
del AGUA en sí.
Paraos a pensar si bebéis el
mínimo necesario.
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