Por experiencia, la media de edad de las personas que
acuden a consulta se encuentra en los 30-35 años. Personas que con el cambio de
vida y edad, han ido cogiendo kilos
hasta un punto en el que están descontentos consigo mismos o incluso empiezan a
tener problemas de salud.
Últimamente he podido comprobar, que la media está
bajando, recibiendo solicitud de asesoramiento por parte de jóvenes y
adolescentes de entre 15 y 20 años.
Resulta que la sociedad en la que vivimos hoy en día
no nos permite dedicar tanto tiempo como antes a pequeños detalles, NO POCO
IMPORTANTES, como es la alimentación de nuestros hijos. La comida casera es
mayormente sustituida por platos precocinados y comida basura, provocando
trastornos en la alimentación de los jóvenes.
En alguna ocasión los propios adultos son los que no
paran una mala alimentación de un hijo porque “ya tendrá tiempo para ponerse a
régimen”, pero de lo que no nos damos cuenta es que los efectos de ignorar la
preocupación de un adolescente por su peso y estado físico, puede desembocar en
problemas mayores como los trastornos alimenticios.
No se trata de correr ante la primera subida de peso,
ni por haberse pasado unas vacaciones, pero sí de observar esta línea de
comportamiento antes de que sea tarde.
Os animo a que si tenéis algún adolescente especialmente
preocupado lo llevéis a consulta. Acudir a un especialista no significa que
vaya a seguir una dieta estricta de adelgazamiento, pero sí que vaya
comprendiendo ciertas bases para una correcta alimentación, empiece a sentirse
mejor y no busque refugio en medidas que no harán más que perjudicar su salud.
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