30 de septiembre de 2014

Juventud, divino tesoro



Por experiencia, la media de edad de las personas que acuden a consulta se encuentra en los 30-35 años. Personas que con el cambio de vida y edad, han  ido cogiendo kilos hasta un punto en el que están descontentos consigo mismos o incluso empiezan a tener problemas de salud.

Últimamente he podido comprobar, que la media está bajando, recibiendo solicitud de asesoramiento por parte de jóvenes y adolescentes de entre 15 y 20 años.

Resulta que la sociedad en la que vivimos hoy en día no nos permite dedicar tanto tiempo como antes a pequeños detalles, NO POCO IMPORTANTES, como es la alimentación de nuestros hijos. La comida casera es mayormente sustituida por platos precocinados y comida basura, provocando trastornos en la alimentación de los jóvenes.

En alguna ocasión los propios adultos son los que no paran una mala alimentación de un hijo porque “ya tendrá tiempo para ponerse a régimen”, pero de lo que no nos damos cuenta es que los efectos de ignorar la preocupación de un adolescente por su peso y estado físico, puede desembocar en problemas mayores como los trastornos alimenticios.

No se trata de correr ante la primera subida de peso, ni por haberse pasado unas vacaciones, pero sí de observar esta línea de comportamiento antes de que sea tarde.

Os animo a que si tenéis algún adolescente especialmente preocupado lo llevéis a consulta. Acudir a un especialista no significa que vaya a seguir una dieta estricta de adelgazamiento, pero sí que vaya comprendiendo ciertas bases para una correcta alimentación, empiece a sentirse mejor y no busque refugio en medidas que no harán más que perjudicar su salud.

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