Dado que vivimos en un mundo de prisas, falta de
tiempo y de organización, debemos buscar aliados y/o comodines que nos ayuden
muchas veces a resolver la papeleta. En este caso el pollo asado puede ser uno
de los más comunes.
Basta con seleccionar un pollo o las partes del pollo
que más nos gusten, colocarlo en una bandeja de horno rodeado de las verduras
que más nos gusten o apetezcan, y
aderezar, por ejemplo, con sal, ajo molido y perejil, y al horno a una
temperatura de unos 180º hasta que se dore.
Tomad buena nota de que no necesitamos añadirle ni
aceite, ya que el propio pollo suelta el suficiente para que no se nos quede
seco. Si queréis darle un sabor diferente, podéis jugar con añadirle un chorro de
otros jugos bajos en grasa, como vinos, zumos de naranja o limón, coca-cola o
cerveza, o de otras especias que os gusten. Cada toque lo hará un poquito
diferente.
¿Y porque es un aliado tan valioso?. Es bajo en grasa,
fácil de cocinar, dura mucho en la nevera, se puede congelar en porciones y
descongelar manteniendo el gusto y además nos permite variar de la típica
pechuga de pollo a la plancha, y consumirlo de muchas maneras diferentes..
entero, en trozos dentro de una ensalada, de un arroz o una pasta, en un sándwich,
en una sopa…. y de mil maneras más que seguro se os ocurren!
No os compliquéis la vida, una hora de cocina y
tendréis variedad de platos para toda la semana.
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